Descubrí que mi forma de ver el mundo también puede comunicar, conectar y construir. Hay espacios que te transforman sin hacer ruido, desde lo cotidiano, desde lo sencillo. Para mí, ser voluntaria en Huellas fue uno de esos momentos que marcan profundamente. Llegué con ganas de aprender y aportar, y terminé encontrando algo aún más valioso: claridad sobre lo que quiero construir en mi vida.
Desde el primer encuentro sentí que no se trataba solo de colaborar, sino de sumarse a una comunidad que piensa, actúa y siente con propósito. Un espacio donde cada idea tiene lugar, donde cada gesto cuenta, y cada acción se convierte en camino para formar, acompañar y transformar. Me sentí en sintonía. Pude proponer, imaginar y crear con libertad, y descubrí que lo que me inspira no tiene que quedarse como pasatiempo ni encerrarse en lo académico: también puede convertirse en una herramienta real de transformación.
Mis ideas sobre diseño, comunicación y estética visual no solo fueron bien recibidas, sino que cobraron fuerza. Estaba rodeada por un entorno que valoraba tanto lo técnico como lo humano. En ese intercambio, comprendí que liderar no es solo tomar decisiones, sino cuidar procesos, escuchar ritmos internos, proyectar desde la empatía. Liderar también es sensibilidad, visión y compromiso con quienes te rodean.
Al mismo tiempo, mi parte artística encontró su lugar. Siempre me ha gustado pintar, jugar con colores, capturar momentos con la cámara. En Huellas, todo eso se volvió lenguaje. Cada composición visual, cada fotografía espontánea, fue una manera de construir comunidad, de comunicar desde lo profundo.
Este voluntariado me ayudó a unir piezas: lo visual con lo organizativo, lo personal con lo profesional. Y la verdad es que, si hoy pienso en mi proyecto de vida, lo imagino justo así: como un camino en donde puedo comunicar con sentido, construir desde la estrategia y aportar desde lo auténtico.
Huellas no solo me enseñó nuevas herramientas. Me recordó que todo lo que soy puede sumar. Me enseñó que trabajar con propósito, desde lo que te mueve de verdad, sí es posible. Y que las huellas que dejamos en el camino también nos transforman por dentro.
— Camila Fernández Huellas Doradas III – Zona Oriente



