Por Yeraldi María Albornoz Rivas-Huellista formada de Andes
Desde el momento en que ingresé al Movimiento Juvenil Huellas, comenzó en mí un proceso profundo de autoconocimiento y crecimiento espiritual. Aprendí a mirar más allá de lo superficial y descubrir lo invaluable de mi identidad como hija amada de Dios. Comprendí que no estoy en este mundo por casualidad, sino para cumplir un propósito y trabajar con perseverancia por esos sueños que habitan mi corazón.
Huellas ha sido el espacio donde he podido reconocer quién soy, lo que tengo, y hacia dónde quiero dirigirme. En los momentos de duda, cuando las dificultades me hicieron tambalear y creí que no podría continuar, fue el Movimiento quien me recordó mi valor, mi fuerza interior y la presencia constante de Dios que toma mi mano y me invita a avanzar. Cada encuentro, formación y experiencia vivida se convirtió en una brújula que orienta mi horizonte y me conduce al camino que realmente me hace feliz.
Este camino no ha estado exento de pruebas, pero justamente en la adversidad encontré las mayores razones para seguir. Huellas me ha enseñado a no rendirme, a reconstruirme cada vez que caigo, y a confiar plenamente en lo que soy capaz de ofrecer a los demás. He aprendido que el servicio, cuando nace del amor y la convicción, transforma no solo a quien lo recibe, sino también a quien lo entrega.
Durante estos años, compartir con la comunidad huellista me ha permitido desarrollar habilidades, aplicar estrategias, y mejorar mis relaciones tanto con Dios, como con los demás y conmigo misma. He tenido la oportunidad de liderar procesos desde una perspectiva más amplia, asumiendo con responsabilidad y entrega el hermoso reto de inspirar a otros jóvenes a seguir este camino de fe. Caminar tras las huellas de nuestro Primer Caminante se ha vuelto no solo una convicción, sino una misión de vida.
Hoy, agradezco profundamente a Dios por haberme llamado a ser parte de este movimiento que me acompaña, me forma y me impulsa. Le pido que siga iluminando mis pasos, para continuar avanzando junto a Él y María Santísima. Que mi proyecto de vida, nutrido por esta experiencia transformadora, culmine dejando un legado de amor, fe y esperanza en cada joven que decida recorrer este sendero sagrado.


