Ser parte del Movimiento Juvenil Huellas ha sido, sin duda, una travesía transformadora. Cada encuentro, cada dinámica y cada gesto compartido me ha impulsado a crecer integralmente: como hija, hermana, amiga, estudiante, y sobre todo, como una líder comprometida con el servicio y la empatía.
Huellas me ha regalado un espacio seguro para la introspección, donde puedo explorar mis emociones, descubrir talentos y fortalecer habilidades. En este proceso, he aprendido a reconocer mi valor y a confiar en el acompañamiento genuino de quienes caminan conmigo: mi grupo de guías, jóvenes que me inspiran con su entrega y autenticidad.
Gracias a esta experiencia, he logrado visualizar con mayor claridad mi proyecto de vida. Sé quién quiero ser y cómo puedo llegar allí. Huellas me ha enseñado que el liderazgo no se impone, se cultiva desde el amor, la escucha y la coherencia. Me ha mostrado que servir es una forma de transformar, y que comprender al otro es el primer paso para construir comunidad.
Este movimiento no solo inspira, sino que nos recuerda que somos parte de un todo. Que nadie está solo, que cada historia cuenta, y que nuestra esencia no depende de estándares externos, sino de la verdad profunda que habita en nosotros. En Huellas aprendí que la vulnerabilidad es fuerza, que la diferencia es riqueza, y que el compromiso con el bien común es una decisión que se renueva cada día.
Hoy puedo decir que Huellas no es solo una etapa, es una brújula. Me conecta con mi propósito, me impulsa a soñar en grande y me invita a ser testimonio de esperanza en medio de la realidad que vivimos. Porque cuando caminamos juntos, el horizonte se llena de sentido.
Yorgelis Dávila Azules II – ETI Madariaga, Mérida