Las Huellas dejadas con mucha Fe y Alegría

Tendría unos 12 años, estudiaba sexto grado en el colegio Abraham Reyes de Fe y Alegría, en un barrio al oeste de Maracaibo, dónde el asfalto es escaso y donde se necesitan varios empujoncitos para aventurarse a alcanzar los sueños.

Faltaba poco para el año 2000 cuando llegaron unos chamos con unas bitácoras en la mano para formar y acompañar a un grupo de jovencitos que quisieran tener esa relación con Jesús, desde el servicio y el amor al prójimo. Al principio no entendía como se lograba, pero a falta de espacios en mi comunidad, era un buen plan.

El resto ya es de las historias más bonitas de mi juventud, mis primeros viajes solo y sin familia a otros lugares, fue con Huellas. Mis grandes amigos me los dejó Huellas.

Aprendí a acercarme a Dios en cada retiro espiritual y en cada comunidad empobrecida que visité en los campamentos misión. Allí conocí la verdadera conexión que tenemos los seres humanos a través de la espiritualidad y el servicio.

Con Huellas me sentí incluido y querido, perdí el miedo escénico y fue mi primera pincelada para empezar a dibujar mi camino hacia el mundo de la comunicación.

A Huellas le debo que en 2011 estudiando mi segunda carrera me propusieron trabajar en Radio Fe y Alegría, buscaban un periodista que tuviera ese sentido de pertenencia después de trabajo y la labor que se realiza desde la Compañía de Jesús.

Después de tres entrevistas, aquí sigo haciendo el trabajo que se me encomienda, ya no desde Maracaibo ahora desde la capital. Desde producir, escribir, hacer periodismo de calle, grabar, coordinar una radio; acompañar y enseñar a la generación de relevo.

Hoy 1 de octubre estoy cumpliendo 38 años, y los ojos aguarapaos me permito regalarme estos minutos para recordar, cada paso de risas, tropiezos y tristeza que te mueven la vida, pero sigo firme buscando mis pasiones de la mano de Dios, bajo ese lema grandioso de Huellas, Lideres para el mundo que queremos.

Un abrazo fraterno.
Frank Peña