Por: Demian Araque – Huellista formado
Soy Demian Araque, originario de la parroquia Jesús de Nazaret, en la zona Lara-Llanos. Mi camino en el Movimiento Juvenil Huellas comenzó en el año 2016-2017, luego de asistir como espectador al Talento Juvenil, cierre del ciclo huellista 2015-2016. Las presentaciones me cautivaron, despertando en mí el deseo de formar parte. Así, me inscribí gracias a la invitación de un amigo, aunque al principio cargaba dudas sobre lo que implicaba este movimiento: ¿Será rezar todos los días? ¿Me equivoqué al inscribirme? No era un joven muy activo en mi parroquia, lo confieso.
Mi inicio fue particular. En las primeras reuniones consideré abandonar, pero algo me impulsó a continuar. Entregué mi espíritu misionero al proceso, dejando que el carisma ignaciano tocara mi vida. A mis 16 años y cursando 4to año de bachillerato, inicié la etapa de Azules 1. Recibí formación orientada a la transformación interior y viví mi primera experiencia misionera en el campamento de Semana Santa, celebrado en el Colegio Fe y Alegría Montes de Oca, en Carora. Allí nació mi conexión profunda con el primer caminante.
La etapa de Azules 2 marcó un giro decisivo: la espiritualidad ignaciana me enseñó a discernir y tomar decisiones con mayor conciencia. En 5to año académico, ante la pregunta de si estudiar o trabajar, los Ejercicios Espirituales fueron la luz en medio de mis dudas. Ese período lo llamé “El año del buen y mal espíritu”, porque fue cuando entendí cómo reconocer lo que me acercaba a Dios y a mi propósito.
El recorrido continuó y sin darme cuenta, ya era parte de Huellas Doradas: el tesoro formativo del movimiento. Fueron cuatro años intensos, vividos como parte de una hermandad con un sueño común: transformar el mundo. No fue fácil, pero nunca imposible. Huellas se convirtió en mi salvación, en el espacio donde encontré mi vocación: ayudar al prójimo, ser testimonio vivo del Evangelio y acompañar a otros con empatía y servicio.
Hoy, gracias a Huellas, sé que mi pasión por el deporte se alinea con mi llamado. Estoy más cerca que nunca de convertirme en licenciado en esta área, y mis sueños tienen raíces firmes. Huellas me transformó, me impulsó y me devolvió al camino con una convicción profunda. Esta experiencia no solo me formó: me reveló quién soy y para qué fui llamado.


