En la actualidad, las obras de la Compañía de Jesús se enfrentan a una realidad y a un contexto nacional y mundial que nos llama e invita al discernimiento desde una mirada misional y estratégica, revisando y reconociendo nuestras fortalezas, debilidades y capacidades en pro de la misión de acompañar a los NNA y jóvenes en nuestros ámbitos de intervención (parroquias, instituciones educativas y centros comunitarios), en comunidades vulnerables, en su camino de fe, sentido de vida y discernimiento vocacional.

Ante este llamado, se nos plantea la necesidad de retornar a nuestros orígenes y cuestionarnos: ¿Cuál es nuestro rol en este nuevo contexto? Huellas reconoce al colaborador como parte fundamental, cuyo talento y voluntad de contribuir y crecer impulsan una gestión más eficiente, organizada y dedicada a la mejora continua y la innovación. Estos procesos parten de dos enfoques importantes: el reconocimiento del valor del colaborador y la gestión del talento humano para instaurar buenas prácticas en el equipo.

Estas buenas prácticas deben partir de una planificación estratégica institucional, en la cual se desprende un conjunto de acciones oportunas que el colaborador no solo debe reconocer, sino apropiarse de ellas. De ahí la primera buena práctica: manejar procesos institucionales y reconocerlos como propios. La segunda buena práctica implica trascender el rol individual hacia una comprensión del ser colaborador, donde la actuación personal se integra al todo, lo cual significa orientarse al resultado con el compromiso de influir positivamente en la misión conjunta, mediante la eficiencia y calidad de los resultados.

Esto lleva a la tercera buena práctica: la influencia positiva y el reconocimiento de otros. En Huellas creemos y fomentamos el trabajo en red y la colaboración; buscamos demostrar con el ejemplo que creemos en una sociedad justa, solidaria, reconciliada y democrática, en la cual apostamos a que tanto los colaboradores como los jóvenes pongan en práctica nuestro lema “una escuela de líderes para el servicio”.

Para afrontar los desafíos actuales y cumplir su misión, Huellas cuenta con un equipo de 18 colaboradores en donde la valoración de su potencial y diversidad es clave para la gestión del talento; no obstante, el talento de Huellas se expande colaborando en red con organizaciones eclesiales, educativas y comunitarias para formar agentes pastorales y crear espacios seguros para NNA y jóvenes.

Ante esta realidad, los responsables de la gestión del talento y la dirección se encuentran ante una valiosa oportunidad institucional: estructurar y formalizar los procesos de talento humano, esto demanda la toma de decisiones estratégicas y una revisión y adaptación de la estructura organizacional, complementada con un diagnóstico para diseñar un plan de formación alineado con el entorno social, económico y tecnológico de las obras.

Adicionalmente, se requiere un análisis periódico de los resultados, con especial atención a las evaluaciones de desempeño orientadas a la generación y el fortalecimiento de las competencias de los colaboradores, con el fin de consolidar equipos de alto desempeño.

La apuesta clave radica en implementar acciones que desarrollen el talento humano impulsando los procesos misionales: pedagógicos y pastorales, asegurando así la sostenibilidad de la organización en el tiempo.

Por: Jennifer Zambrano
Gestión del Talento Humano