A la frontera no nos podemos acercar de cualquier manera. La compleja realidad que viven nuestros jóvenes en todo el eje fronterizo, exige un liderazgo dinámico, integral y esperanzador, que es precisamente lo que Huellas viene ofreciendo en esta región, en estos últimos años. Y esto no se hace a solas, sino en red, conexión y comunicación con las distintas obras de la Compañía de Jesús, de la Iglesia y de la Sociedad Civil que coinciden en la misión de crear y mantener un ambiente sano para niños, niñas y jóvenes, de modo que se creen las condiciones para que puedan desarrollar todas sus potencialidades como seres humanos, tal y como lo sostiene la Preferencia Apostólica Universal número 3 (PAU 3).
Para que esto sea posible, nuestro acompañamiento ha de ser cercano y creíble (PAU 2). Por lo tanto, acercarnos a los pobres significa dirigirnos hacia las periferias humanas y los márgenes de la sociedad, a las fronteras, adoptando un estilo de vida y trabajo adecuado a esa situación que ofrece esperanza a los jóvenes. Esta necesidad es patente en esta región del país, en donde ellos son particularmente asediados por un liderazgo negativo que los impulsa a la vida fácil, al relativismo moral, al extrañamiento de la familia y a la criminalidad.
Gracias a la presencia de Huellas en lugares como Ciudad Sucre, El Nula, Naranjales, San Joaquín de Navay, San Josecito, Topón y Orope, los jóvenes han visto con sus propios ojos la oportunidad de vincularse con otros y en esta tónica abrirse a la experiencia apostólica, encontrando en su propia comunidad y entorno, al Dios de la vida revelado por Jesús, que los lleva a preguntarse y solicitar de nuestro movimiento una profundización de la fe cristiana. Es aquí cuando la formación prevista en los Itinerarios, desde el ser, el hacer, y el paradigma pedagógico ignaciano entran a formar parte de sus vidas. De esta manera, Huellas no sólo les brinda una oportunidad, sino que les abre horizontes y les ofrece herramientas para que ellos mismos sigan atentos a esas alternativas mediante una escucha activa de su entorno, incluyendo sus familias. Todo esto sin dejar de acompañarlos en sus procesos tanto personales, comunitarios y familiares, siendo testigos de cómo la incidencia del movimiento les transforma; así, vemos a jóvenes en etapa universitaria que se nos acercan solicitando acompañamiento y otros jóvenes, incluso que ya han hecho la experiencia migratoria o que vienen de Colombia, que manifiestan el deseo de abordar la realidad que permea la frontera de manera diferente, desde un liderazgo para jóvenes sensibles a la situación del otro.
En una frontera donde la delincuencia, los grupos irregulares y el narcotráfico modelan y deciden la vida de muchos, Huellas ofrece, junto a sus distintos aliados ese espacio seguro y protegido con los cines foros, los talleres y actividades, del cual, incluso los niños, niñas y adolescentes se apropian al limpiarlo y acondicionarlo a su gusto. Estas experiencias, que tocan la totalidad del joven en los distintos lugares en los cuales Huellas tiene presencia, ofrece una esperanza que impacta de la vida de toda la comunidad fronteriza y que es buena noticia para quienes creemos en la sostenibilidad de nuestra obra y misión en Venezuela.
Lic. Leandro Lucena, Coordinador Zona Eje Fronterizo – Huellas Venezuela